miércoles, 9 de septiembre de 2009

Nocturnidad

El Gobernador insiste con “su compromiso” con los intendentes, y el de los municipios con la secretaría de Adicciones y la policía.

Vale preguntarse cuál es el rol que asigna a la familia el Gobernador de la Provincia.

En la ley que propone Scioli, ¿dónde está la familia? En los boliches bailables, por ejemplo, el alcohol no se regala, sino que se compra. ¿Quién les facilita el dinero a los adolescentes?

El compromiso de representatividad y la obligación de responsabilidad de quienes están al frente del Gobierno provincial no pueden ser opacados por declamaciones vacías y medidas efectistas, cuyo único mérito es obviar u opacar las raíces de los problemas.

Con “salir” solo un día puede corroborarse que no son “los jóvenes” en general quienes al concurrir a un boliche se pelean o generan disturbios. Pero con la ley de Scioli, condenada al fracaso, por culpa de unos pocos tendrán que pagar los miles que eligen salir para divertirse. Por un grupo minúsculo, pagan las mayorías.

La dirigencia política está obligada a escuchar, pensar, reflexionar, hablar, re-pensar y tamizar posibles soluciones sobre la base de experiencias ya vividas. “Hablar por hablar” no sirve. Hoy parece que unos sólo hablan y otros sólo hacen proyectos, mientras que la voz de los jóvenes, protagonistas de lo que sucede, es obviada por completo.

La historia bien nos ha mostrado los fracasos de toda ley “seca”: al no brindar oferta a la demanda que existe, emergen mercados paralelos. En la cuestión de hoy: ¿qué efectividad tendrá la ley que él defiende si los jóvenes compran el alcohol en “la previa” a la franja horaria que estipula la ley? No sería extraño entonces que se incremente la venta de bebidas alcohólicas para el consumo en lugares privados antes de salir.

Se prevé prohibir en locales bailables la venta de energizantes y bebidas alcohólicas en recipientes de más de 350 centímetros cúbicos. ¿Se imaginan a un policía inspeccionando si cada bebida que se vende es energizante o no lo es? ¿Se imaginan a un policía evaluando cada vaso, para ver si mide 350, 600 o 750 cm3? ¿No pasan cosas graves fuera del boliche que ameriten que la policía deba estar allí y no midiendo vasos? Con la entrada, además, se podrá otorgar sólo una consumición de bebida alcohólica.

¿Cómo lo van a controlar?

Nos debemos un esfuerzo creativo que nos lleve a pensar si con la medida de acotar el tiempo de la noche va a limitarse el descontrol que se denuncia.
Suponer que al crear un delito que criminalice al propietario de un local bailable, algunos jóvenes van a dejar de pelearse o beber en exceso, es intentar tapar el sol con las manos.

Además, un delito “con horario” como el que se pretende crear acabará por convertirse en una invitación para que muchos solucionen esta sinrazón por vías menos decorosas.

Se requieren medidas inteligentes, que ataquen los siguientes problemas con la intencionalidad de revertir procesos culturales no a través de la prohibición o penalización sino del control firme de las leyes existentes:

- La falta de control a los delivery de bebidas.
- La falta de control a los menores de edad después de determinado horario.
- La falta de compromiso de los padres que permiten a los hijos no tener límites de - horarios, ni económicos.
- La falta de control a los comercios que venden bebidas alcohólicas a menores e incluso venden luego del horario de prohibición.
- La falta de conciencia de cuáles son los costos de las salidas nocturnas.
- La justa imposibilidad de las fuerzas coercitivas para limitar el accionar de los menores de edad que causan daños a terceros o a propiedad privada.


Una ley mal hecha y un paquete de medidas retrógradas no van a convertir a un juez en “garantista” por dar cuenta de la irracionalidad de esta ley.

Esto es sólo una argucia para opacar responsabilidades, una argucia para desnaturalizar el reclamo social. Mientras los problemas nos siguen hostigando.